Originalmente designaba como aceites al aceite de oliva, pero la palabra
se ha generalizado para denominar a aceites vegetales, animales o
minerales.
El aceite de cocina es grasa de origen animal [cita requerida] o vegetal
que suele permanecer en estado líquido a temperatura ambiente.
Algunos de los muchos tipos de aceites vegetales incluyen los de oliva,
de palma, de soja, de colza, de semilla de calabaza, de maíz, de
girasol, de cártamo, de cacahuete, de semilla de uva, de sésamo, de
argán y de salvado de arroz, se bien en la cocina se usan muchos otros
tipos.
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En cocina, el término genérico «aceite vegetal» se usa para etiquetar un
producto compuesto por un aceite concreto (como por ejemplo el de colza)
o por una mezcla de varios aceites, a menudo basada en el de palma,
maíz, soja o girasol.
El aceite puede aromatizarse sumergiendo en él hierbas frescas,
pimienta, ajo y otros condimentos durante un periodo de tiempo. Sin
embargo, debe tenerse cuidado cuando se almacenan aceites aromatizados
para evitar el crecimiento de Clostridium botulinum (la bacteria que
produce las toxinas que provocan el botulismo).
Aceites comestibles
Los
aceites comestibles provienen tanto del reino animal como del vegetal.
Una manera de determinarlos químicamente se centra principalmente en
extraer el aceite de la planta usando éter petróleo y metanol a reflujo
y luego aplicar una vez purificado una cromatografía en fase vapor y con
esto observar la proporción de ácidos grasos presentes en este aceite.
También se puede determinar usando el reactivo de Janus o Wiggs.
Existen diversos aceites animales, como los aceites de ballena, de foca
o de hígado de bacalao que han llegado a consumirse pero actualmente en
la cocina sólo se utilizan aceites vegetales, extraídos de semillas, de
frutas o de raíces.
En general, los aceites vegetales aportan ácidos grasos insaturados y
son ricos en vitamina E. Su valor energético es de 900 kcal cada 100 g.
En la Antigüedad, quizá el aceite que se conoció y utilizó primero es el
de ajonjolí. Se sabe que lo usaban los egipcios. Los griegos usaron
aceite de oliva, y en Atenas el olivo era considerado un árbol sagrado,
símbolo de la vida de la ciudad. El aceite servía para la alimentación,
para el alumbrado y para uso religiosos (los óleos para ungir).
Salud y nutrición
La
cantidad adecuada de grasa dentro de la dieta diaria es objeto de cierta
controversia. Cierta cantidad de grasa es necesaria en la dieta, además
de ser también esencial en muchas técnicas culinarias. La FDA recomienda
que un máximo del 30% de la calorías consumidas diariamente sean en
forma de grasa.1 Otros nutricionistas recomiendan que no más del 10% de
la ingesta diaria de calorías proceda de la grasa. En entornos
extremadamente fríos, una dieta con hasta dos tercios de grasa es
aceptable y puede de hecho ser crítica para la supervivencia.[cita
requerida]
Aunque el consumo de pequeñas cantidades de grasas saturadas es
esencial, meta-análisis preliminares (1997, 2003) hallaron una fuerte
correlación entre el consumo de cantidades elevadas de estas grasas y
las enfermedades cardiovasculares. Sorprendentemente, meta-análisis más
recientes (2009, 2010) basados en estudios cohortes y ensayos
controlados y aleatorios hallaron un efecto positivo5 o neutral6 al
cambiar el consumo de carbohidratos por el de grasas saturadas como
fuente de calorías, y solo una modesta ventaja al cambiar de grasas
saturadas a poliinsaturadas (del 10% de riesgo al 5%).
La Clínica Mayo ha señalado los aceites con un contenido especialmente
alto de grasas saturadas, incluyendo los de coco, de palma y de semilla
de palma. Los que tienen menores cantidades de grasas saturadas y
mayores de insaturadas (preferiblemente monoinsaturadas), como el de
oliva, cacahuete, colza, aguacate, cártamo, maíz, soja, mostaza y
algodón suele ser más saludables. El National Heart, Lung, and Blood
Institute8 y la World Heart Federation9 han instado a reemplazar las
grasas saturadas por insaturadas o monoinsaturadas. Los organismos de
salud enumeran los aceites de oliva y colza como fuentes de grasas
monoinsaturadas, mientras los de soja y girasol son ricos en grasas
poliinsaturadas. Los resultados de un estudio realizado en Costa Rica en
2005 sugieren que el consumo de aceites insaturados no hidrogenados como
el de soja o girasol es preferible al del aceite de palma.
No
todas la grasas saturadas tienen efectos negativos sobre el colesterol.
Algunos estudios señalan que el ácido palmítico del aceite de palma no
se comporta como otras grasas saturadas y resulta neutral para los
niveles de colesterol porque se distribuye equitativamente sobre los
tres «brazos» de la molécula triglicérida.12 Además, se ha encontrado
que el consumo de aceite de palma reduce el colesterol en sangre
respecto a otras fuentes de grasas saturadas como el aceite de coco o
las grasas animales.
Las grasas saturadas son necesarias para el correcto funcionamiento del
cuerpo y el cerebro. De hecho, un estudio en Brasil comparó los efectos
del aceite de soja respecto al de coco (rico en grasa saturada) y halló
que aunque ambos grupos mostraban una caída del IMC, el grupo del aceite
de soja sufrió un incremento del colesterol total (incluyendo una caída
del HDL, el colesterol «bueno»). El grupo del aceite de coco sufrió en
realidad un incremento de la proporción HDL/LDL (lo que significaba que
tenían más colesterol «bueno»), así como menor volumen corporal (alguno
que no se dio en el grupo del aceite de soja).14
El foco de la investigación actual se ha desplazado de las grasas
saturadas en su conjunto a las grasas individuales y a los porcentajes
de ácidos grasos (saturados, monoinsaturados, poliinsaturados) en la
dieta. Una ingesta adecuada de grasas poliinsaturadas y saturadas es
necesaria para la relación LDL/HDL ideal en sangre, ya que ambas
contribuyen al equilibrio regulador del metabolismo metraproteínico.15
Los aceites ricos en grasas insaturadas pueden ayudar a bajar el
colesterol «malo» (LDL) y pueden también subir el «bueno» (HDL), aunque
estos efectos siguen estudiándose.
Los aceites de cacahuete, anacardo y de otros tipos de nueces también
pueden suponer un riesgo para las personas con alergia a las nueces. Una
reacción alérgica grave puede provocar un shock anafiláctico y causar la
muerte.
Grasas trans
A diferencia de otras grasas alimenticias, las grasas trans no son
esenciales ni beneficiosas para la salud.16 El consumo de grasas trans
incrementa el riesgo de padecer enfermedades coronarias17 al elevar los
niveles de colesterol «malo» (LDL).18 La hidrogenación, un proceso que
añade átomos de hidrógeno a las moléculas de grasa para hacerlas más
saturadas e incrementar su punto de fusión (por ejemplo para obtener
margarina), es responsable de la mayoría de las grasas trans
comestibles, siendo estas más dañinas que las presentes de forma natural
en los alimentos.19
Varios estudios amplios20 21 22 señalan un vínculo entre el consumo de
grandes cantidades de grasas trans, las enfermedades coronarias y
posiblemente otras afecciones. La Administración de Alimentos y
Medicamentos, el National Heart, Lung, and Blood Institute y la American
Heart Association estadounidenses recomiendan limitar el consumo de
estas grasas.
Cocinando con aceites
De izquierda a derecha: aceite de soja, aceite de colaza en aerosol y
aceite de oliva.
Calentar un aceite cambia sus características. Algunos aceites que son
saludables a temperatura ambiente pueden volverse perjudiciales cuando
se calientan por encima de ciertas temperaturas. Al elegir un aceite
para cocinar, es por tanto importante tener en cuenta su tolerancia al
calor, y usar el adecuado para el uso que vaya a dispensársele.23
Una revisión paralela de 2001 de estudios sobre grasa alimenticia
durante 20 años en el Reino Unido, los Estados Unidos y España24 halló
que los aceites poliinsaturados como el de soja, colza, girasol y maíz
se degradan fácilmente a compuestos tóxicos cuando se calientan. El
consumo prolongado de aceites quemados provocó arteriosclerosis,
artritis reumatoide y defectos de nacimiento. Los científicos también
cuestionaron la recomendación de las autoridades sanitarias mundiales de
incorporar grandes cantidades de grasas poliinsaturadas a la dieta
humana sin acompañarla de medidas que aseguren la protección de estos
ácidos grasos contra la degradación por calor y oxidación.
El aceite de palma contiene más grasas saturadas que los de colza, maíz,
lino, soja, cártamo y girasol. Por tanto, el aceite de palma puede
soportar mejor las temperaturas altas del proceso de fritura y la
oxidación respecto a los aceites muy insaturados.25 Desde principios del
siglo XX, el aceite de palma se ha sido cada vez más usado por la
industria alimentaria gracias a que permanece estable en frituras y
horneados incluso a temperaturas muy altas,26 27 y por su alto contenido
en antioxidantes naturales.28
Entre los aceites adecuados para fritura a alta temperatura (por encima
de 230 °C) gracias a su alto punto de humeo están:
Aceite de aguacate
Aceite de cacahuete
Aceite de cártamo
Aceite de colza
Aceite de girasol
Aceite de maíz
Aceite de palma
Aceite de salvado de arroz
Aceite de sésamo (semi refinado)
Aceite de soja
Entre los aceites adecuados para fritura a
temperaturas medias (por encima de 190 °C) están:
Aceite con diacilglicerol
Aceite de almendra
Aceite de nuez
Aceite de oliva (virgen o refinado)
Aceite de semilla de algodón
Aceite de semilla de mostaza
Aceite de semilla de uva
Ghi (mantequilla clarificada)
Manteca de cerdo
Los aceites sin refinar no deben usarse para
frituras, pero son seguros para las cocciones a fuego lento.
Almacenaje y conservación del aceite
Refinados o no, todos los aceites son sensibles al calor, la luz y la
exposición al oxígeno. El aceite rancio tiene un olor desagradable y un
gusto acre, y su valor nutricional queda muy menguado.[cita requerida]
Para retrasar el enranciamiento, suele aplicarse un gas inerte,
normalmente nitrógeno, al espacio restante del envase justo tras la
producción. Este proceso se denomina inertización. La vitamina E es un
antioxidante natural que también puede añadirse a los aceites de cocina
para evitar su enranciamiento.
Todos los aceites deberían guardarse en el frigorífico o en un lugar
seco y fresco. Los aceites pueden espesar, pero recuperan su fluidez si
se dejan reposar a temperatura ambiente. Para evitar los efectos
negativos del calor y la luz, los aceites deben sacarse de su lugar de
almacenaje solo el tiempo imprescindible para su uso. Los aceites
refinados ricos en grasas monoinsaturadas aguantan hasta un año (si son
de oliva, hasta varios años), mientras los ricos en grasa
poliinsaturadas se conservan unos seis meses. Los aceites de oliva
virgen y extra virgen se conservan un mínimo de 9 meses tras la apertura
del envase. Otros aceites monoinsaturados se conservan bien hasta ocho
meses, mientras los aceites poliinsaturados sin refinar solo aguantan
aproximadamente la mitad.
Por contra, los aceites saturados, como los de coco y palma, tienen una
vida mucho más larga y pueden almacenarse a temperatura ambiente.29 Su
falta de grasas poliinsaturadas hace que sean más estables.30
Tipos de aceites y sus características
Los aceites ligeros más refinados tienden a tener puntos de humeo más
altos. La experiencia en su empleo suele ser una guía suficientemente
fiable. Aunque los resultados de pruebas empíricas dependen de las
cualidades de las muestras concretas (marca, composición, procesado),
parecen ser la principal fuente de los datos disponibles.
Aceite de cocina usado
El desecho adecuado del aceite de cocina usado es
una importante preocupación en la gestión de residuos. El aceite es más
ligero que el agua y tiende a esparcirse en grandes membranas finas que
dificultan la oxigenación del agua. Debido a ello, un solo litro de
aceite puede contaminar hasta mil litros de agua.34 Además, el aceite
puede solidificarse en las tuberías provocando atascos.
Debido a ello, el aceite de cocina nunca debe desecharse por el
fregadero o el retrete. La forma adecuada de hacerlo es depositarlo en
un envase sellado no reciclable y tirarlo junto con la basura normal o
bien desecharlo en un punto limpio.
El aceite de cocina puede reciclarse para producir jabón y biodiesel.
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